Fundación Comisariado Europeo del Automóvil

Sobre los tipos de conductor

Nadie puede discutir que la psicología del conductor es un factor muy importante a la hora de determinar el comportamiento de un individuo,tanto respecto a la seguridad y la conducción como frente a miles de otras situaciones y asuntos. Sin embargo, la psicología de cada individuo es un asunto extremadamente complejo y que no puede estar sujeto a generalizaciones y mucho menos hace posible agrupar y clasificar e incluso predecir el comportamiento de una sola persona. Creo que eso también está fuera de toda discusión. 

Por otro lado podrían imaginarse casi infinitas formas de clasificar a los conductores que no guardan relación con algo tan personal como el Sobre los tipos de conductorcarácter y la psicología. Se me ocurre una muchísimo más adecuada para cuestiones de seguridad vial. Y es muy sencilla: por un lado conductores que respetan las normas y que respetan también a los demás y por otro conductores que no lo hacen. Dentro de estos dos grupos, existen conductores que podrían quizás encajar en las categorías de compulsivos, agresivos, pasivos, débiles y normales, haciendo referencia la clasificación del artículo objeto de estos comentarios.

Lo que pretendo comunicar con este artículo de opinión, es que, estamos en una sociedad en la que, lenta pero inexorablemente, si se me permite la manida expresión, se está procediendo a una intrusión en aspectos cada vez más personales de los ciudadanos, empezando por los datos de carácter personal, pasando por dolencias y aspectos de salud que son altamente confidenciales y llegando incluso a comenzar a cuestionar y observar con atención e incluso pretender modificar en cierto grado la psicología de esos ciudadanos.

La información suministrada por una asociación cuyo objeto, entiendo que es, entre otros, defender a los conductores en sus derechos y mantenerles informados sobre asuntos de importancia para la seguridad vial, debería ceñirse a cuestiones meramente objetivas y realistas y no caer en la culpabilización de aspectos personales que son precisamente una de las pretensiones un sistema social que cada vez con más ahínco pretende controlar al individuo hasta extremos que aún no podemos ni imaginar, pero que, desgraciadamente es muy posible que lleguen.
El carácter de un conductor y de cualquier persona es un asunto personal, su psicología es patrimonio de lo más íntimo de su ser y no es cuestionable ni debería ser objeto de generalización alguna.

Me molesta profundamente que se enjuicie a alguien como peligroso o no porque sea tranquilo o por todo lo contrario, porque se enfurezca (comprensiblemente, desde mi punto de vista) por un entorno en donde ya casi nadie respeta a nadie y en el que se imponen normas a capricho de nuestros gestores que no llevan a ninguna solución sino a la represión y al expolio económico. Pienso, por ejemplo, que la velocidad en si misma no es causa de accidentes —y aquí me desmarco de muchas opiniones generalistas y convenientes al sistema— y sólo lo es si va acompañada de falta de: respeto, de atención, de reflejos y de un conocimiento y una habilidad para entender y manejar un vehículo que no todo el mundo muestra y que debería ser un requisito fundamental a la hora de conceder un permiso de conducción. Porque otro tema es que parece que todo el mundo debe conducir. Y no. Hay personas que no deberían llevar un coche de ninguna manera. Ni siquiera un “vehículo sin carné”. Y no por su psicología sino porque no están capacitadas para ello porque nunca tendrán la habilidad suficiente para controlar con seguridad un vehículo. No todo el mundo, de igual manera, puede pilotar un avión.

Un día, otro conductor que se había saltado un ceda el paso y al que tuve que esquivar para no colisionar, me dijo que no era culpa suya porque Caracter conductores“iba muy tranquilo”. No nos confundamos tanto como él y pensemos que la tranquilidad y la pasividad es la solución a la seguridad vial, porque más bien es todo lo contrario.

Ahora yo voy a generalizar también, a plasmar aquí mi estadística personal para demostrar que hay otros puntos de vista que pueden estar fundamentados o no. Los conductores —y esa es la conclusión de mi mencionada estadística personal tras muchos años de conducción—más nerviosos, más rápidos, más atentos, más pendientes de todo lo que les rodea y que cuando conducen van pensando en lo que están haciendo suelen ser los mejores; rápidos, lentos o de carácter tranquilo o “agresivo” indistintamente. Los conductores que no piensan en los demás, sólo en “su mundo” no son flexibles, no están atentos, eso sí, pueden ir muy despacio, ocupando dos carriles y no les importa lo que ocurre a su alrededor, pero de repente, pueden acelerar en una recta sin darse cuenta de que no tienen espacio para frenar a tiempo si sucede un imprevisto, porque para ellos conducir es un asunto secundario en todo momento.

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En todo caso, como opiniones y puntos de vista hay muchos, ciñámonos únicamente a una clasificación en base a criterios que son cercanos a la objetividad y a las normas y difícilmente discutibles. Por ejemplo: conductores que respetan las normas y piensan en los demás y conductores que no. Los primeros son buenos conductores, y hacen que las cosas funcionen. Los segundos sí son los peligrosos y provocan accidentes y muertes. Procuremos que, sea cual sea su psicología, todo el mundo respete a los demás. Voluntariamente o no. Porque si alguien no está dispuesto a respetar a los demás, entonces, claramente no debe conducir jamás. Dejemos la psicología y el carácter de los conductores en el terreno personal, íntimo, privado, que es donde debe estar y no juzguemos por esas características la capacidad de ser un buen conductor, porque si no, bien pudiera llegar el día en que se nos multe por no cumplir unas normas de conducta psicológica considerada como correcta por las autoridades.

Alejandro Moreno Molero. Socio de CEA

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