Cuando el miedo a conducir es una prisión
Ara Barradas solo tenía que pensar en ponerse delante del volante mientras estaba sentada en el sofá de casa para que su corazón empezase a acelerarse y sintiese sudores fríos.
Ara Barradas solo tenía que pensar en ponerse delante del volante mientras estaba sentada en el sofá de casa para que su corazón empezase a acelerarse y sintiese sudores fríos.