Factores psicológicos que afectan al conductor
La personalidad de un individuo es un aspecto determinante de la conducta de la conducción. Tras diversos estudios, se ha llegado a la conclusión de que los factores que más influyen en los accidentes de tráfico suelen ser de tipo temperamental y de carácter; y que el mayor número de accidentados suelen manifestar cierta inmadurez de su personalidad de su humor, actitud de riesgo, osadía, comportamiento arbitrario y descontento en alguna faceta de su vida familiar, laboral o personal.
La actividad de la conducción también se encuentra en estrecha interdependencia con los componentes afectivo - emocionales (motivos, sentimientos y emociones) que rigen el comportamiento humano. Son muchos los factores personales, subjetivos, emocionales y situacionales que pueden intervenir en el conductor en cada uno de los momentos de la conducción, incrementando el riesgo de accidentes.
Las enfermedades psíquicas tienen cada vez más auge en nuestra sociedad, sin distinción alguna, por lo que se están convirtiendo en una auténtica epidemia. El estrés o la depresión afectan cada vez más a la población española, y sin lugar a duda son enfermedades que tienen su incidencia en aquellos que son conductores.
La práctica de la conducción requiere una gran concentración, algo que se olvida con frecuencia, y este tipo de enfermedades disminuye considerablemente la capacidad del conductor para concentrarse en los estímulos externos imprescindibles para una conducción segura.
Dentro de las enfermedades anteriormente descritas, la depresión es una de ellas que se caracteriza por una disminución manifiesta del tono vital y por una apariencia de tristeza. La pérdida de apetito, de peso, insomnio, retardo psicomotriz, disminución sexual, falta de concentración, ansiedad, etc, son algunas de las características de este tipo de enfermedad. Alguno de los síntomas anteriormente descritos tienen un efecto directo e inmediato con la actividad de conducir, como pueden ser la disminución en la atención, la tendencia al suicidio, las alteraciones en el sueño, el aumento de ansiedad y la irritabilidad, el aumento de la fatiga o la merma en la capacidad de decisión y alteraciones sensoriales.
Todos estos trastornos y alteraciones físicas y psíquicas no necesariamente tienen que estar presentes en la misma medida en todas las depresiones ni en todos los depresivos.
Si se tiene depresión y se es conductor habitual se debe acudir a un especialista de forma que se determine el tipo de depresión y la terapia a seguir. Si está bajo los efectos de alguna terapia farmacológica debe tenerse en cuenta que estos fármacos pueden producir alteraciones que afecten directamente a la conducción.
El depresivo debe evitar automedicarse así como consumir alcohol u otras drogas como remedio contra la depresión, ya que su consumo puede potenciar los riesgos y efectos de esta enfermedad y consiguientemente aumentar las conductas peligrosas al volante.
Si se está en una fase aguda de depresión, debe evitarse el uso del vehículo ya que aumentarían las posibilidades de sufrir un accidente.
Otra de las enfermedades anteriormente descritas es el estrés, que se caracteriza por un estado psicobiológico con efectos positivos y negativos, que se produce generalmente cuando el individuo se encuentra inmerso en una situación de sobreexigencia física o psíquica.
El ritmo de vida acelerado, la sobrecarga de trabajo, problemas de inseguridad o frustración profesional, la excesiva estimulación ambiental, marcarse metas excesivamente elevadas, trabajar en un ambiente excesivamente competitivo, son alguna de las situaciones que pueden dar lugar a la aparición de estrés.
La situación de estrés se caracteriza por una primera fase de alarma, en esta primera etapa se activa el hipotálamo, la corteza cerebral, la formación reticular, el sistema límbico, el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino. Esto trae consigo una mayor capacidad de reacción, una mejora de los umbrales sensoriales, una potenciación de los mecanismos de alerta y en general un aumento de las funciones vitales. Estos efectos no deberían ser perjudiciales para la conducción, sin embargo, implican en el conductor un mayor nivel de agresividad y comportamiento competitivo, impaciencia, aumento a la predisposición a realizar una conducción temeraria, mayor predisposición a tomar decisiones arriesgadas y en general, una mayor tendencia a no respetar las señales y las normas de circulación.
La segunda fase, denominada de resistencia, se caracteriza porque el organismo resiste aumentando sus defensas y manteniéndolas durante mucho tiempo, lo que conduce poco a poco a la tercera etapa del estrés que denominamos la fase de agotamiento.
En esta última fase se deteriora la habilidad para integrar información y realizar funciones analíticas, disminuye el nivel de atención y concentración ante los estímulos (luces, señales, etc). En esta etapa es recomendable prescindir del vehículo o utilizarlo bajo un control riguroso sólo cuando sea sumamente imprescindible.
Si se tiene estrés se debe conducir con prudencia y lo mejor es acudir a un especialista en este tipo de trastorno.
Clasificación de tipos de accidentes en las que afectan factores psicológicos
- Conducción irresponsable: Niños en el asiento delantero, furgonetas con mercancías, hablar en la conducción, fumar, ingerir drogas, alcohol o fármacos en la conducción, etc.
- Conducción agresiva: Hacer carreras en las vías públicas, cambios bruscos en la velocidad, adelantar sin mantener distancias, etc.
- Conducción descortés: No indicar debidamente los giros, detenciones, adelantamientos, no dar luces durante la noche, etc.
- Posición incorrecta: circular por carril inadecuado, no ceder el paso, no atender a las señales, etc.
- Conducción entorpecedora: Conductores que van de paseo, conductores lentos que no dan paso, atascos de tráfico, etc.
- Conducción autosuficiente: No dar preferencia de paso, vehículos rápidos, etc.
- Conducción con visibilidad restringida: Conducción tras ingerir fármacos o drogas, escasa visibilidad en la carretera debido a la lluvia o niebla, adelantamientos en cambios de rasante, etc.
- Conducción descuidada: Cerrar el paso y dificultar maniobras, no hacer uso de espejos retrovisores.
- Agresividad en la conducción: la agresividad en la conducción es uno de los factores por los cuales se producen más accidentes de tráfico. Un indicador muy común son los toque de claxon, gestos y comentarios exagerados. Estas manifestaciones agresivas las muestran todo tipo de conductores y no sólo aquellos con especiales rasgos agresivos.
En Abogados CEA podemos ayudarte en un caso de un accidente de tráfico.
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